En este texto se comienza expresando la dificultad que tienen
las personas de solicitar ayuda a los demás cuando lo necesitan puesto que en
muchas ocasiones se considera que las personas que piden ayuda son más débiles
e incapaces de actuar por sí mismos. Sin embargo, puede ocurrir que no conozcan
suficientemente las estrategias y técnicas necesarias para abordar ese problema
ni las capacidades personales que pueden utilizar para resolverlos.
Uno de los aspectos que tenemos que tener en cuenta en la
persona es la autoestima, la cual se ha desarrollado a partir de las relaciones
mantenidas con personas de su entorno y de las circunstancias propias de él. Es
primordial que una persona tenga una imagen positiva en sí misma para manejar
determinadas situaciones y tener éxito en las metas que se proponga.
Se plantea que para llevar a cabo unos objetivos, es importante
tener en cuenta el “qué quiero conseguir”, “cómo quiero hacerlo” y “por qué
debo hacer esas cosas para conseguir lo que me propongo” para que sepan con
claridad el problema que tienen y los caminos que nos llevan a lograrlo.
En cuanto al pensamiento creativo, entendiendo éste por la
habilidad de un individuo para desarrollar todo su potencial, es necesario
también trabajarlo puesto que afecta significativamente a la capacidad de
abordar los distintos problemas, de identificar maneras de resolverlo así como
de avanzar en el propio crecimiento personal. Entre las formas de pensamiento creativo está
la visualización (imaginarse consiguiendo lo que quería), identificar los
recursos que tienen a su alcance para conseguirlos (como personas que le puedan
ayudar en su cambio), comenzar por cambiar nuestros problemas antes que los de
los demás o fijarse en cómo pueden repercutir nuestras acciones en los demás.
En cuanto a las técnicas de manejo de situaciones, se
destacan algunas en el texto como la realización de contratos para fijar metas,
comprometerse a ellas y prepararse antes de llevar a cabo planes de acción; el
desarrollo de nuevas habilidades; darles apoyo y estimulación sin necesidad de
aconsejarles para que sean ellos mismos los que decidan las acciones que
quieren llevar a cabo y no se crea una situación de dependencia, evitando con
esto el desarrollo de emociones conflictivas al final del proceso terapéutico.
Se destaca el hecho de que siempre el cliente es la persona
que tiene que darse una respuesta sobre el problema que está planteando, ya que
el terapeuta no debe influir de una manera significativa con sus opiniones
sobre la otra persona, abusando del poder que se le está otorgando.
Por último, es muy importante que el orientador tenga en
cuenta qué clase de ayuda es mejor para el cliente y dónde se le va a poder
ayudar mejor de acuerdo al problema que se quiere tratar. Con esto se alude a
la consciencia del propio orientador sobre sus limitaciones.
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